viernes, 14 de marzo de 2014

LA MALDICIÓN DE LA CALAVERA

Christopher Maitland es un coleccionista de antigüedades que consigue ni más ni menos que hacerse con el cráneo del marqués de Sade. El tipo que le ha proporcionado la pieza, Marco, le asegura que el cráneo es auténtico, algo que confirma otro coleccionista, y amigo personal de Maitland, Pillips. Éste último, además, le pide encarecidamente que, primero, no la compre, y una vez enterado de que su amigo no le ha hecho caso y la ha adquirido, que se deshaga de ella, pues el cráneo influye muy negativamente sobre las personas que la poseen. Maitland, que se define como una persona racional, poco dada a supersticiones, rechaza las recomendaciones de su colega y amigo. Pronto lamentará no haberle hecho caso...
En 1957, con "La maldición de Frankenstein" (Terence Fisher), daba comienzo la Edad de Oro del cine de terror británico. Dicho periodo de esplendor genérico e industrial se refrendaría con creces al año siguiente con "Drácula", de nuevo con Fisher a los mandos de la cámara y con la pareja Lee-Cushing marcando el paso ante ella. La responsable de esta etapa realmente única e irrepetible fue la Hammer Films, que a lo largo de veinte años, hasta 1976, impulsaría el terror de raíces góticas hasta niveles casi insuperables en la mayoría de los casos, muy especialmente en los años sesenta. Luego, en los setenta, la flor terminaría por secarse; "La monja poseída" (1976), triste historia de posesiones muy a lo "El exorcista" (1973), cerraría irremisiblemente tan gran etapa.
Pero aparte de la Hammer, hubieron otras empresas que, siguendo el estilo de ésta, se subieron al carro del cine de terror. Unas, como la Amicus, tuvieron aciertos parciales, aunque trabajaban desde presupuestos modestos, tocando el cine de terror (de episodios como preferencia) ambientado en decorados contemporáneos más por una cuestión de ahorro que no por pretender realmente acercarse al goticismo hammeriano, que también, pues al fin y al cabo la cuestión era hacer la competencia. 
Fundada por Milton Subotsky y Max Rosenberg, la Amicus inicia sus actividades en 1964 con "Doctor Terror", una cinta de terror confeccionada a base de episodios, con un reparto coral encabezado, como no podía ser de otra manera, por Christopher Lee y Peter Cushing. La película fue filmada por Freddie Francis, hasta entonces un muy reputado director de fotografía, que había dado muestras de su sensacional estilo visual en un título tan absolutamente imprescindible como es "Suspense" (1960/Jack Clayton), así como para diversas obras maestras de David Lynch, me refiero a títulos como "El hombre elefante" (1980), "Dune" (1984) o "Una historia verdadera" (1999) que supuso su último trabajo profesional, retirándose poco después. Moriría en 2007 a los noventa años. 
Como realizador, Francis vehiculó su actividad al cine de ciencia ficción y de terror, aunque no eran éstos unos géneros por los que sintiera demasiada preferencia, antes al contrario. Profesional hasta la médula, su idea era la de ganar en versatilidad, por eso se hizo también director, pero siempre se sintió encorsetado por el hecho de tener que rodar en ocasiones producciones en exceso confinadas a los intereses del productor de turno, sin poder poner en ello algo parecido a un sello personal. El concepto era filmar con eficiencia el guión que le propuesieran y punto. Quizás la única oportunidad de poder hacer algo parecido a un proyecto personal fue "El doctor y los diablos" (1985), pero las injerencias de los productores terminaron por fastidiar una inicialmente prometedora adaptación de una novela de Dylan Thomas. 
"La maldición de la calavera" (1965) ejemplifica las virtudes, así como los defectos, del Francis cineasta; estamos ante un filme rodado con estilo, eficacia, buen hacer, todo lo que ustedes quieran, pero al servicio de un guión algo plano, muy funcional, en el cual ni Christopher Lee ni Peter Cushing brillan como de costumbre. El primero está algo estólido en las pocas apariciones que tiene, y el segundo no parece muy cómodo en su interpretación.
La película adapta un relato de Robert Bloch (1917-1994), escritor y guionista estadounidense que se hizo muy popular por ser el autor de la novela "Psicósis", que sirvió de base a la ya mítica película de Alfred Hitchcock. Bloch empezó su carrera de muy joven, escribiendo para revistas de literatura barata como "Weird tales", en los años treinta, trabando contacto con H.P. Lovecraft, de quien fue amigo. Aupado por la popularidad de la adaptación hitchcockiana de su obra, de la que él no se sentía muy satisfecho, al parecer, inició una destacada labor como guionista y adaptador de sus relatos para el cine y la televisión. A mediados de los sesenta conoce a los mandamases de la Amicus, convirtiéndose en su principal mina de argumentos para sus producciones. La relación terminaría a primeros de los setenta, más que nada por discrepancias directas con Milton Subotsky, quien gustaba de creerse un guionista de primer orden, cuando resultaba ser precisamente todo lo contrario. La cima de esta colaboración vendría con la genial "Refugio macabro" (1972), curiosa historia de terror ambientada en un hospital psiquiátrico (*). 
Título menor dentro de la historia del cine de terror británico, "La maldición de la calavera" no es por ello un título desdeñable, pero sí puede decirse que sus responsables no estuvieron al cien por cien de sus capacidades creativas, quedando como una aportación irregular, con algún destello de genio, pero que se queda en eso, en el enunciado de algo que, hecho con un poco más de brío, quizá hubiera dado lugar a una obra de mayor relieve.
Presencia, en roles secundarios, de un trío de actores británicos que también dieron tardes de gloria al cine de género hecho en las Islas: Nigel Green, Patrick Wymark y Patrick Magee. Y cameo, como responsable de la subasta, de otro imprescindible como es Michael Gough.

(*) Para saber más datos sobre la Amicus y "Refugio macabro" les remito a mi artículo dedicado a dicha película, que aparecerá próximamente en "Ultramundo revista pulp", junto a otros comentarios sobre otras tantas películas del género hecho en Gran Bretaña. Ya sé, suena a publicidad descarada, pero es que me eché un buen curro con ellas y creo que merecen la pena que las consulten, si les apetece. Muchas gracias. 

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