lunes, 31 de marzo de 2014

CAPITÁN AMÉRICA, EL SOLDADO DE INVIERNO

Steve Rogers, poco a poco, va adaptándose a su nueva vida como habitante de la América de primeros del siglo XXI, además de ejercer sus funciones como agente de SHIELD, participando en misiones de alto riesgo. En el transcurso de una de ellas, en la que aparentemente debe salvar a unos rehenes, Rogers empieza sospechar que hay algo de dicha organización gubernamental que no acaba de ser trigo limpio. Las circunstancias hacen que sus sospechas se conviertan en evidencias claras cuando el coronel Furia, cabeza visible de operaciones de SHIELD, es víctima de un asalto por parte de unos tipos vestidos de policía, acompañados de un extraño personaje, enmascarado, que posee un brazo de acero. Rogers descubrirá entonces que SHIELD está bajo el influjo de una amenaza que creía del todo eliminada y, además, que el citado enmascarado tiene relación con unos hechos del pasado, que le marcaron de forma absoluta.  Sin el apoyo de Furia, fallecido a causa de las heridas sufridas en el atentado. Con la ayuda de la Viuda Negra y de un agente especializado en lucha aérea, conocido como el Halcón, el Capitán América hará frente a una conspiración de proporciones épicas, que pondrá de manifiesto que no puede estar seguro de nada ni de nadie...
La Marvel prosigue con su desarrollo a nivel cinematográfico, y tras una primera entrega, de aires claramente retro, que nos narraba los orígenes del personaje nacido en plena Segunda Guerra Mundial, y tras encuadrarlo con Los Vengadores en una espectacular, potente y espectacular aventura fílmica, gracias a la excelsa valor de Joss Whedon, le toca profundizar en su situación actual en el siglo XXI, teniéndose que adaptar a la fuerza, como consecuencia de unos hechos que pondrán en tela de juicio su honorabilidad, a ojos del exterior, pero que le demuestran que ciertos enemigos, que creía muertos, siguen bien vivos, así como la presencia de un personaje de su pasado, que regresó también de los hielos pero con intenciones bien diferentes que las del Capitán América.
Mucho se ha hablado del hecho de que esta segunda entrega es una especie de homenaje al "thriller" de espionaje de los setenta, lo que explicaría la presencia de Robert Redford en un papel que va mucho más allá de mero cameo, para ser un personaje clave en el devenir de la trama. A partir de un guión de Christopher Markus y Stephen McFeely, este "Capitán América, el Soldado de Invierno" pretende dar contenido a un tipo de películas que brillan más por su envoltorio, por su espectacularidad, que no por profundizar en su discurso interno, que suele resolverse mediante grandes secuencias de acción, orquestadas con gran profesionalidad y, en líneas generales, un par de frases que ponen de manifiesto que sus responsables se creen aquello que están contando, más que nada para que el público no se siente del todo defraudado, siempre y cuando realmente estén interesados en lo que cuenta la película y no en los efectos especiales y lo guapa que sale Scarlett Johansson (que también tiene su interés, para qué les voy a engañar). 
Así pues, la película digamos que es un entretenimiento de primer orden, narrado con solvencia por dos hermanos directores, los Russo, Anthony y Joe, que hasta el momento no habían tenido oportunidad de hacer trabajos de gran relieve, en el sentido de gran presupuesto y promoción a sus espaldas. En este caso, su trabajo en el filme que nos ocupa es merecedor de notable; estamos ante un divertimento que no defraudará a los fans del personaje o del cine de acción, que disfrutarán como berracos con sus dos horas de metraje, dinámicas y espectaculares. Ahora bien, si lo que pretenden es rascar algo de "chicha" a su discurso político (que lo hay) francamente van a darse con un canto en los dientes, porque "Capitán América, el Soldado de Invierno" no pretende ser un filme de denuncia, ni mucho menos, básicamente adopta los modos y formas del cine de espías moderno, muy al estilo del James Bond actual, interpretado por Daniel Craig, pero sin su aliento trágico. En las películas marvelianas no hay espacio para la escala de grises. O blanco o negro. Malo o Bueno. Bueno, está la Viuda Negra...Pero en este aspecto no creo que el espectador vaya a fijarse en su escala de valores, precisamente.

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