viernes, 14 de marzo de 2014

LATIDOS DE PÁNICO

Un empresario, descendiente directo del temible Alaric de Marnac, noble del medioevo conocido por su gusto por el sadismo más descarnado, se traslada junto a su esposa a la casa de campo que poseen, con el fin de que ésta pueda descansar y recuperar fuerzas, pues tiene una grave dolencia cardíaca. Ya en la casa, el marido pronto se muestra especialmente interesado en la sobrina de la fiel ama de llaves, una chica joven que tampoco es que oculte que el tipo le gusta un rato largo. Ni que decir tiene que en este triángulo la que sobra es la esposa, y el marido pronto organiza un plan para deshacerse de la desgraciada, y que todo el asunto parezca un "accidente". En apariencia, el plan surte efecto, pero las consecuencias serán aterradoras para los implicados en el plan...
Rodada en una solariega casa de campo situada a las afueras de Madrid, y que perteneció al mismísimo Franco (cuenta Naschy en sus memorias que la casa se hallaba del todo abandonada, con vehículos de lujo en el párking y documentos tirados descuidadamente por el suelo), "Latidos de pánico" (1963 se rueda en un momento de transformación dentro del cine de terror hecho en España. Las cosas no están muy boyantes para los cultivadores del cine de género, el "otro" Franco, Jesús, se mantiene a duras penas, inasequible al desaliento, y Naschy también se las apaña, pero es evidente que pintan bastos, y gordos, con la "Ley Miró" desestructurando la, ya de por sí, débil industria del cine español.
Naschy, que todavía no había iniciado sus colaboraciones con financiación japonesa, rodó un último acercamiento a la figura de Alaric de Marnac, personaje surgido de su puño y letra, pero inspirado en Gilles de Rais, noble francés que combatió en la Guerra de los Cien Años junto a Juana de Arco. La captura y posterior ejecución de la Santa dejaron muy afectado a de Rais, que entró en una sangrienta espiral de asesinatos masivos de niños en su castillo, a los que hacía padecer terribles torturas antes de matarlos. Descubierto por las autoridades, el noble fue detenido y ejecutado posteriormente, quedando como una de las figuras más horripilantes de la crónica más negra de la Historia. 
Naschy presentó en sociedad a Alaric de Marnac en "El espanto surge de la tumba" (1972/Carlos Aured), para luego recuperarlo dos años más tarde con "El mariscal del Infierno" (1974/León Klimovsky) que era, directamente, una reconstrucción, muy al estilo naschyano, de la historia real de Gilles de Rais. En "Latidos de pánico", Naschy recupera el nombre de Alaric de Marnac, facturando una película que sigue las líneas principales del modo y manera de hacer cine de su principal responsable, aunque las cosas estuvieran cambiando y el cine de terror estuviera mutando hacia otro tipo de modelos. 
La película empieza con un prólogo simple pero muy efectivo, para luego derivar hacia una historia de intriga sobre el marido (Naschy) que, enamorado de la sobrina algo díscola de su ama de llaves (Lola Gaos), decide eliminar a su sufrida esposa (Julia Saly, actriz muy vinculada al cine naschyano que, desapareció a finales de los ochenta, sin que sepa exactamente cuál es su paradero actual), enferma del corazón. La ama de llaves pronto sabrá de qué va el asunto, más que nada porque la cosa se ve a la legua, con lo que también será convenientemente eliminada de escena. 
Quizá el problema de "Latidos de pánico" estriba en que la historia es sumamente previsible; por mucho que lo intenté, el suspense no funciona porque uno sabe desde el primer minuto que el personaje principal, como descendiente directo de Alaric de Marnac, oculta una personalidad maléfica, que Naschy refuerza con su habitual gusto por las miradas perversas, lascivas, marca de la casa. Pero la presencia de la gran Lola Gaos hace que la función supere un tanto los escollos, ofreciendo un filme de terror facturado con cierta simpleza pero que tampoco es un bodrio, quedando como un producto digno, que sin ninguna duda satisfará a los fans de Naschy. Los no "convertidos" a la causa, no creo que cambien de postura con ella, sinceramente.
Añadir la participación, breve, de actores de indudable carisma dentro del cine español, como son Manuel Zarzo y el ya desaparecido José Vivó. 
    

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