Cuando se editan estas "Memorias de un hombre lobo", autobiografía de Jacinto Molina, alias de Paul Naschy, éste acababa de estrenar "Licántropo" (1996), película que debería haber supuesto su retorno por la puerta grande del cine español del género. Lamentablemente, por causas ajenas a Naschy, y más vinculadas al poco olfato, a la escasa querencia del director de la cinta, Francisco R. Gordillo, hacia el cine de terror, la propuesta apenas levantó interés a nivel de taquilla, aunque sí permitió que Molina pudiera volver de nuevo a primer plano de los medios, así como ser reivindicado por ciertos sectores de la afición al cine de terror, por más que éstos, cuando Naschy intentó de nuevo regresar al medio estrenando una película, le dieran con la puerta en las narices. Ahora veremos lo que ocurre cuando se estrene, en formatos digitales, su testamento cinematográfico, "Empusa" (2009), película comenzada por el también fallecido Carlos Aured, que Naschy se encargó de continuar y finalizar toda vez se demostró que el pobre Aured no estaba en condiciones físicas de hacerse cargo de un rodaje.
Pero volvamos a estas "Memorias de un hombre lobo"; se trata de un libro que, en gran medida, y como suele ser habitual en el caso de las autobiografías, pero en este caso más, sirvió para que su autor se reivindicara. Naschy, por el que debo decir que tengo un enorme respeto, tiene películas de indudable interés dentro de su filmografía. Personalmente aprecio títulos como "La noche de Walpurgis" (1970), "Dr. Jekyll y el hombre lobo"(1972, ambas dirigidas por otro de sus directores "fetiche", León Klimovsky, pero también hay otras películas interesantes, siempre desde mi punto de vista, como son "El retorno de Walpurgis" (1973), del ya citado Carlos Aured, "Inquisición", que supuso su debut en tareas directivas, en 1976, y que es una película francamente recomendable y disfrutable. Luego está "la venganza de la momia" (1973), película en la que de nuevo trabajaron juntos Aured y Naschy, que ha recibido palos de todos lados pero cuyo tono de bolsilibro, de tebeo de terror setentero, siempre me ha llamado muy mucho la atención, además de contar con un par de rostros fundamentales del cine de género del periodo, como son Jack Taylor y Helga Liné.
Todos estos títulos pertenecen a la época dorada del cine de terror español (si me permiten la expresión, ya sé que es un tanto osada) pero a primeros ochenta puede decirse que Naschy entró en un progresivo declive. Al igual que pasó con el resto de directores que tocaron el cine de género, caso de Jesús Franco, los condicionantes políticos, representados por la llamada "Ley Miró", provocaron que el espacio que ocupaban Naschy y el resto se fuera empequeñeciendo paulatinamente. Naschy resistió la sacudida tan buenamente como pudo, pero la suerte estaba echada. "Latidos de pánico" (1983) o la muy recomendable "La bestia y la espada mágica" (1983), curiosa coproducción entre España y Japón, suponen el canto del cisne de un profesional que, como demuestra "Mi amigo el vagabundo" (1984) busca pastos en otro tipo de géneros, más "amables", para mantenerse a flote de una situación industrial por completo beligerante ante cualquier cosa que tuviera visos de fantasía, terror y ciencia ficción...
Por desgracia, Naschy, en un intento de demostrar que podía virar hacia otros géneros, afrontó una cinta de acción de altos vuelos, "El último kamikaze" (1984), pero la cosa le salió rana. Y no digamos "Operación Mantis" (1984), cuyo fracaso comercial cerró a cal y canto las coproducciones con Japón. En 1987, con "El aullido del Diablo", parece que estamos ante la última carga del actor-director, pero una serie de problemas tanto en pleno rodaje como posteriormente, hacen que la carrera de nuestro hombre lobo particular entré en una especie de bucle. Como he dicho anteriormente, "Licántropo" debiera haber sido la punta de lanza de un "come back" en toda regla, glorioso en fondo y forma, pero los resultados no fueron los deseados, y menos por el propio Naschy, que escribió el guión echando en él todo su cariño por el género, que era mucho, y eso no hay que ponerlo en duda.
Fallecido en 2009, Paul Naschy fue una figura muy representativa de nuestro cine de planteamientos más comerciales, con el género Fantástico como santo y seña particular. Sirvan estas líneas para recordar su figura, su filmografía (que, como toda filmografía, tiene sus subidas y bajadas, sus títulos imprescindibles y otros que no lo son tanto) y que sirven de prólogo para la serie de artículos que, a partir de la semana que viene, conformarán un repaso más completo a la obra, no toda, evidentemente, de Jacinto Molina, en arte Paul Naschy.
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