En 1985 la compañía de juguetes Mattel adquirió los derechos para sacar una línea de muñequitos, y sus correspondientes accesorios, de los personajes de la Marvel. El por aquel entonces editor en jefe de la compañía, el tan pegado de sí mismo como polémico (*) Jim Shooter, tuvo la idea de apoyar el lanzamiento de la línea mediante la edición de un cómic que, además de animar las ventas de juguetes, le permitiría escribir una de esas historias épicas, de gran impacto, que a él tanto le gustaban. De este modo, nació uno de los cómics más importantes de la Marvel ochentera, al menos para los que, rondando los cuarenta, leíamos entonces tebeos de superhéroes.
Por aquellos años, mediados de los ochenta, yo era bastante fan de la Marvel, aunque no seguía una colección en concreto. Tanto podía leer "Los Vengadores", como "Spiderman" o "Los 4 Fantásticos", pasando por "La patrulla X", aunque a éstos no los aprecié hasta mucho más tarde, cuando descubrí la genial etapa de Chris Claremont y John Byrne, que es otra de esas joyas que se quedan en la retina del aficionado. Aún recuerdo ver el número uno de "Secret Wars" colgando en el escaparate del kiosco de mi barrio, me costó cien pesetas y me lo leí y releí millones de veces.
"Secret wars" es un cómic que viene a representar la cima de su principal responsable creativo, Jim Shooter. Este guionista empezó su carrera siendo un tierno infante, cuando empezó a vender guiones para la DC, logrando ser el guionista habitual de la "Legión de superhéroes". A mediados de los setenta recala en la Marvel, y se hace con el puesto de editor en jefe de la empresa. Su mandato estuvo marcado por sus claras muestras de prepotencia: fueron muchos los profesionales que acabaron hartos de sus injerencias, su tendencia a marcar la pauta en el trabajo de los demás de modo casi dictatorial. Shooter amaba los personajes con poderes casi ilimitados porque él, en su fuero interno, se sentía casi un intocable dentro de la Marvel. Pero como suele ocurrir a veces, un exceso de confianza, o de egolatría, le llevó a cavarse su propia tumba cuando convenció a la Marvel para crear un nuevo concepto, el llamado "Nuevo Universo", toda una gama de personajes creados por él, y con los cuales pretendía erigirse "de facto" en el sucesor de Stan Lee, algo que fue casi una obsesión para él. Pero la operación, a nivel de ventas, no funcionó todo lo bien que se preveía. Shooter fue relevado de su cargo(**), siendo sustituído por su "segundo de abordo", Tom DeFalco, que básicamente hizo lo mismo, pero como poseía un perfil más bajo, menos prepotente, digamos que recuperó la confianza de aquellos a quienes Shooter había despreciado de manera brutal (***).
Toda esta parrafada no quiere decir que estemos ante una obra escasamente distiguida, poco recomendable. Para nada. "Secret wars" es un cómic la mar de entretenido, que posee momentos mágicos dentro de la historia de la Marvel. Habrá ciertos fans marvelianos, más veteranos que yo, que seguramente la desprecien, pero uno siempre la ha situado como la guinda de su infancia. El placer de ver a prácticamente todos los personajes de la Marvel juntos, enfrentados a la caterva de villanos de la casa creados por Stan Lee es de aquellos que se te quedan grabados a fuego.
¿Aspectos negativos? Bueno, es evidente que el principal problema que tuvo esta serie fue que Mike Zeck, el dibujante, tuvo serias dificultades para mantener el ritmo de producción, por lo que tuvieron que buscarle un colega para que le echase una mano, Bob Layton. A esto hay que sumarle que, inicialmente colaboraron tres entintadores de primer nivel, caso de John Beatty o Jack Abel, pero también colaboraron un sinfín de profesionales más en su realización, y no todos ellos congeniaban con el estilo de Zeck, lo que da lugar a que haya números un tanto flojos, pero la historia urdida por Shooter es tan entretenida, tan emocionante, que terminas por olvidarte de algunas viñetas un tanto burdas.
Ni que decir tiene que la serie, de doce números de extensión, fue un éxito de ventas enorme, que ayudó mucho a las ventas de juguetes, que era de lo que se trataba y de paso a vender tebeos, que era el otro factor que la Marvel andaba interesada en lograr. Como no podía ser de otro modo, surgió "Secret Wars II", esta vez un macroproyecto en el cual no se implicaba a una colección limitada de doce números, sino que se buscaba ya meter a toda la gama de títulos Marvel de la época, en una gran saga de la que ya seguí bien poco porque no era para tanto y debías leerte una veintena de títulos al mes, lo que significaba una locura, además de gastar un dinerillo que no tenía. Por otra parte, Frank Miller acababa de sacar "Batman, año uno", junto a David Mazzucchelli. En resumidas cuentas, flipé en colores con aquella historia y me pasé, con armas y bagajes, a la DC editada por Zinco.
Poco más tarde descubriría "El Vibora" y digamos que entonces entré en otro tipo de cómic, aunque tampoco es que olvidara a los superhéroes del todo. Pueden llamarlo eclecticismo o, directamente, que a uno siempre le ha gustado picotear en esto de las viñetas, más que en otros tipos de ocio o consumo cultural...Aunque con esto del IVA al 21 % está la cosa chunga para el picoteo. Más bien uno debe mirar entre las migajas.
(*) Una de sus acciones más recordadas, entre muchas otras, es la que dice que vetó la posibilidad de que hubiera un personaje de Marvel homosexual, porque "en el Universo Marvel no hay homosexuales". El resto de su actividad como editor en jefe de la compañía se basa en hacer la vida imposible a cuanto guionista no comulgase con sus ideas o planteamientos, el caso de Bill Mantlo es también muy sangrante, e ilustra la catadura moral del sujeto en cuestión.
(**) Posteriormente estuvo involucrado en un plan para comprar Marvel, aunque la jugada le salió rana...Para suerte de los empleados de la empresa, sin duda alguna.
(***) A día de hoy Jim Shooter digamos que tiene la vida solucionada, al menos a nivel financiero. Tras algunas aventuras como editor que terminaron más mal que bien, Shooter ocasionalmente aún sigue escribiendo guiones, pero sus días de gloria como escriba han quedado atrás.
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